En Sevilla y en torno a unos cantos

A los arjoneros en la diáspora nos ocurre ante un canto con aceite lo que a Marcel Proust con su famosa magdalena, que su penetrante olor nos hace retrotraernos a nuestra infancia, a las escuelas del Bombo y a Santa María, a San Juan y los arrabales, a los paseos Viejo y Nuevo, a la plaza de los Coches y al Llano. Todos los años, a mediados de noviembre, la Casa de Jaén en Sevilla celebra una cena en la que un centenar de hijos de Arjona, más algún que otro sevillano como hijo adoptivo, se reúnen bajo el impagable auspicio convocador de la pareja José María y Pazi y el favor inestimable de un anfitrión excepcional, Manolo Castilla, un arjonero de nacimiento recriado en Villanueva y presidente de la Casa de Jaén. La noche sevillana se convierte, en el céntrico local de la calle Francos, a dos pasos de Sierpes, en una noche de fiesta y recuerdos, de reencuentros y evocaciones, de explosiva alegría arjonera.
El pasado 16 de noviembre se volvió a repetir el milagro que, en esta ocasión, contó por primera vez con la inestimable presencia de Carmen, la alcaldesa de Arjona, acompañada por su familia, que recibió de manos de José María como recuerdo, un cuadro en cerámica con el escudo de Arjona. Más de setenta comensales nos dimos cita esa noche en torno a un canto bien regado con aceite arjonero, bacalao, chorizo, aceitunas...y, de postre, mantecados de Campos y anís Castillo de Jaén. Como siempre fue un menú atípico pero exquisito con el que los Jiménez, los Carrero, los Fernández Pérez (Tranquillas), los Ramos, los García Fernández, los Rivas, los Lozano, los Barrios, los La Chica,...y un largo etcétera de familias arjoneras afincadas en la capital de Andalucía, volvieron, un año más, a hacer patria.
Una cena de hermandad urgavonense que comenzó con un canto con aceite y acabó con otro más melódico, el del Himno de los Santos, entonado por setenta gargantas arjoneras en el mismo corazón de Sevilla. Entre canto (con aceite) y canto (Gloria, gloria a San Bonoso y Maximiano), risas, vivas (a los Santos, a sus Sagradas Reliquias y a Arjona), preguntas ("...y tú ¿de quién eres?") y deseos ("yo, cuando me jubile, volveré a Arjona"). El recuerdo a la patria chica sigue vigente, un año más (van doce), gracias al desvelo de José María y Pazi. Ojalá y que esta llama no se apague en ediciones venideras.


Benito Fernández

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