FESTIVIDAD DE LA VIRGEN DEL CARMEN         

La celebración de la festividad de la Virgen del Carmen se encuentra en  clara regresión. No hay que remontarse muchos años atrás para recordar las celebraciones de esta fiesta en la Iglesia del Carmen, en peores condiciones arquitectónicas de las que tienen ahora y en la que tras la celebración de la fiesta religiosa, se procesionaba a la Virgen por el barrio engalanado por los vecinos y para volver a la iglesia tras la quema de tracas y fuegos artificiales, que costeaban los propios vecinos, los mismos que se encargaban de engalanar las plaza del Carmen y las calles adyacentes, luego la verbena, que duraba con una gran
animación, hasta altas horas de la madrugada.
Este año la celebración se ha limitado a la celebración del tercer día del triduo tras la fiesta religiosa, en la parroquia de San Juan y a continuación una verbena con más pena que gloria, en la que una inmensa chiquillería intentaba dar el ambiente que los mayores no lograban.
Ante estas situaciones, cabe pensar si no estaremos abusando de este tipo de celebraciones, y la gente está harta de tanta movida, es posible y puede ser el momento de reflexionar sobre ello, pues desde que empezamos en Abril, con la Virgen de la Cabeza, hasta que terminamos en Septiembre con la feria, parece que hay una agenda festiva demasiado intensa, y tanto fastidia lo mucho como lo poco.
Tan solo una conclusión positiva se puede sacar a primera vista y es que la recaudación del bar, instalado en la verbena, y que otras veces ha servido para fortalecer las economía de las Hermandades de pasión, en esta ocasión ha servido para ayudar a Francisco Ramírez Barrera a reconstruir su casa arrasado por un fuego el pasado mes.